Nosotras ya no tenemos un futuro incierto. Somos trabajadoras de las cocinas hospitalarias, hasta el 28 de septiembre teníamos un trabajo e intentábamos labrarnos un futuro (cierto, todas nos preparábamos para las oposiciones). Acabó nuestra incertidumbre de un carpetazo: privatización, ¡qué fea palabra!, llamémosle externalización. ¡Oye, no!, no me parece lo mismo, externalización es sacar fuera de, pero privatización implica empresa privada, lo que conlleva buscar rentabilidad, beneficio, lo que implica abaratamiento de costes.

Nosotras nos sentimos importantes con nuestro trabajo, es un colectivo delicado al que nuestro trabajo va dirigido, necesita de nuestros mimos y cuidado (todas somos muy conscientes de ello).

Alguien nos ha dicho que los enfermos no notan la diferencia entre comida natural y comida regenerada y quizás sea verdad, al final nos damos como los burros a los palos (decían nuestros abuelos), ¿con cuántas cosas nos hacen "comulgar? Pero también es triste que un día sientas que nadie te siente. Humanidad.

Esto, ¿a qué venía? ¡Ah!, sí, que ya no nos tenemos que preocupar de nuestro futuro pues ciertamente nos manda a la calle, pero me parece que ha dicho: "¡se siente!".