Días atrás, el 5 de octubre, leyendo en este periódico la carta escrita por una vecina sobre el párroco de Olatz (Egüés), me ha hecho recordar lo que nos sucedió a nosotros con este encantador personaje.

Vinimos a vivir a Olatz en el año 1990 y a los 3 años nació nuestra segunda hija y como católico que me consideraba, y digo consideraba pues la poca o mucha fe que tenía la perdí gracias a este señor, contentos fuimos a comunicarle el nacimiento de nuestra hija y la intención de bautizarla en nuestro pueblo. Vino a visitarnos y, después de la suculenta merienda que mi mujer le preparó, nos comunicó que dado que no éramos asiduos parroquianos y no nos había visto mucho por su casa no éramos dignos de bautizar a nuestra hija en su santa iglesia.

Como he comentado antes, mi poca fe desapareció para siempre jamás. Y no acaba aquí la historia pues con nosotros vino a vivir una tía carnal que falleció hace cinco años y ella sí que acudía cada domingo y fiestas de guardar a su casa, junto a los pocos vecinos que le quedan como supuestos fieles. Pues bien, amiga Mertxe y vecina, no pienses que eres un caso único, la historia se repite, hicimos el funeral en nuestro pueblo y aunque yo solicité a personas allegadas a este señor que no celebrara él la misa, no lo consintió y al finalizar tampoco nos dio el pésame a ningún familiar ni dentro de la iglesia ni fuera de ella. Tengo grabada la imagen de cómo se clavó de rodillas en el altar y esperando a que saliéramos todos desapareció como alma que lleva el diablo, camuflado entre la gente sin decir palabra a nadie. Posiblemente no somos dignos de estar en su presencia, pero a mí su presencia me causa náuseas, asco y vómitos por ser tan mala persona y dar tan mala influencia a nuestro pueblo de Olatz. Somos un pueblo pequeño de 750 habitantes. Pues bien, los domingos las personas que participan de la misa las podéis contar con los dedos de las manos. Que cada uno saque sus propias conclusiones.

Amiga Mertxe, es lo que tenemos y quizás algún día podamos vernos en el pórtico de nuestra iglesia los domingos.