No contentos con los incontables privilegios que ostentan en este país los obispos y demás mandamases de la Iglesia católica española, aprovechan la mínima ocasión para realizar campaña de forma obscena y grotesca en favor del PP. Esto es inadmisible en un país teóricamente democrático y aconfesional, ya que una institución privada y religiosa dedicada al culto de sus creencias debería guardar distancia de la vida política y nunca entrar en valoraciones ni orientaciones. Esto ocurriría si realmente Estado e Iglesia estuvieran totalmente separados, pero tal situación no se da en España. Casi a diario asistimos a un bochornoso espectáculo de participación fanática de la Iglesia en la política.
Tienen incluso la osadía de pedir reformas de leyes que consideran contrarias a sus intereses cuando no su abolición, presionan al Gobierno, al Congreso y a los jueces, califican sus acciones, las denuncian, les hacen propuestas, les critican duramente, censuran comportamientos de personal del ámbito sanitario, educativo, científico..., y además organizan manifestaciones en contra de todos ellos. ¿Como se puede permitir que una determinada religión se inmiscuya hasta estos límites en los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, en los cuales se basa el Estado de derecho? ¿Quiénes se creen Martínez Camino, Rouco Varela y todos sus secuaces de la Conferencia Episcopal española?
¿Se imaginan que jueces, políticos, profesores, médicos y todo tipo de personas accediésemos al interior de las iglesias y les dijéramos cómo deben realizar las misas? ¿Acaso les decimos cómo tienen que rezar, cómo hay que partir la ostia consagrada, cómo lanzar las oraciones?
Iglesia católica española, por favor, dejen de meterse en los asuntos públicos, los políticos a gobernar, los jueces a impartir justicia, los diputados a legislar, el pueblo a decidir y participar activamente, y ustedes a rezar, que es lo que saben hacer ¡ya está bien de hacerle la campaña electoral a ningún partido político!
¡Separación de Iglesia y Estado ya, estamos en el siglo XXI, no en la Baja Edad Media!