A raíz de la muerte en accidente de moto de Marco Simoncelli, las declaraciones y comentarios de todo tipo han llenado las páginas de los periódicos y revistas. Uno de sus compañeros de competición, declaraba: "A veces no nos acordamos de lo peligroso que puede ser este deporte". Y es que no es que pueda ser peligroso: peligroso lo es; lo que sí puede llegar a ser es trágico, como ha sucedido en esta ocasión. Otro corredor declaraba: "Cuando cosas como ésta pasan, te recuerda lo preciosa que es la vida". Pues claro: una cosa es la vida y otra correr en moto. Si fuéramos conscientes de lo importante que es la vida y nos halláramos conscientes del aquí y el ahora y de conducirnos honestamente en nuestro devenir diario y respetando al resto, veríamos que aspectos como el deporte competitivo apenas nos merecerían la pena. Esa consciencia del momento presente y del comportamiento honesto nos evitaría tener que pasar por una tragedia en forma de enfermedad o accidente, para, después de ello y una vez recuperados, darnos cuenta del valor de la vida para crear fundaciones que trabajen para aliviar esos mismos dramas. Tenemos decenas de ejemplos en los que, personajes muy famosos, tras hallarse al borde de la muerte por alguna de estas causas, han cambiado radicalmente sus vidas: ahora ven esa misma vida, con otros ojos. Esa experiencia trágica ha removido sus resortes internos que se hallaban encasquillados.

En fin, como hemos manifestado en muchas ocasiones, esperemos que el ser humano pueda priorizar aquellas actuaciones que atiendan en primer lugar lo que importa, y dejen en un segundo plano lo que interesa.