"Algo huele a podrido en Dinamarca", dijo Shakespeare
"Algo huele a podrido en Dinamarca", como si dijéramos, cuando la cerrazón política se impone a las necesidades de la gente. Cuando el teatro deja de ser lo importante y las cifras se utilizan para cerrar una escuela de teatro, y se utilizan de forma mal intencionada.
"Algo huele a podrido en Dinamarca" cuando 26 años de trabajo pasan como un mal sueño, cuando la actividad frenética de una escuela en donde no se para ni por la tarde ni por el día, pueden ser un recuerdo a punto de desaparecer.
"Algo huele a podrido en Dinamarca" cuando la única referencia en enseñanza teatral en Navarra y en parte del norte de España, se le ningunea, se le menosprecia, y no sólo a ella, que ya es mucho, sino que se nos ningunea e insulta a cada uno de los que hemos pasado por allí, hemos dejado gran parte de nuestra vida en salvaguardar un proyecto que por su calidad en lo humano y en lo artístico, no merece un trato así.
"Algo huele a podrido en Dinamarca" si se pone en duda la necesidad del teatro, espejo de la sociedad, lugar para el sueño colectivo, hecho para ayudarnos a trascender más allá de nuestras cortas miradas de pequeños seres humanos preocupados, para mirar a lo hondo, de nuestras miserias, para evocar nuestras virtudes e imitarlas, para escuchar a los héroes hablar, y a los payasos reír, y para reír y llorar con ellos y entre nosotros.
No. definitivamente no. No se puede cerrar la Escuela Navarra de Teatro, porque nos cierran a cada uno de nosotros, los que hemos estado ahí de una manera u otra, como espectadores, alumnos, profesores, colaboradores, directores, madres de, padres de, hermanos de... y eso no puede ser. No nos pueden cerrar a tantos.