El komisario politiko
Al komisario politiko, como tiene que defender lo indefendible, siervo como es, con sus cables cruzados (los tiene así) ha decidido injuriar. Como no conviene entrar en cuestiones difíciles de justificar por los suyos, se las calla y ataca terribles mentiras como que se publicara que hubo 8 votos contra 5 cuando eran 8 contra 4 (¡trascendental!) y se catalogara de Aralar y no de NaBai 2011 un voto de los ocho, lo que es fundamental, decisivo para el transcurso de la historia universal.
El komisario politiko no duerme a causa de sus complejos, no descansa, 24 horas sobre 24, 365 días sobre 365, ángel de la guarda ocupado (¿obsesionado?) en pretender hacernos comulgar las ruedas de molino de su verdad, altura de miras, objetividad, capacidad de autocrítica, consideración a las opiniones ajenas y su respeto a la libertad de expresión, virtudes que jamás ha conocido y transmite en su blog-vomitorio para alimento particular y consumo interno amparado en el cobarde anonimato.
El komisario politiko perfectamente podría ser de Falange y de las JONS, de la Juventudes Hitlerianas o la KGB, y descaradamente, con la dignidad que ni tiene ni sabe qué es, a quienes como él no opinan (se podría poner piensan, pero sería excesivo por inexacto), les acusa de sobornados, lo que deberá mantener ante los tribunales por ser un euskalzofreniko miserias, y encima luego pretenderá ser pobre víctima.
El komisario politiko no es más porque no se entrena, se olvida de aquello del ladrón y su condición y el fraile y los de su aire, y de que se le podría, y puede, de modo totalmente lícito preguntar quién le paga a él, quién le mantiene, quién costea sus servicios. A muchos nos parece totalmente lícito pensar que cobra, que le pagan y mucho por hacer lo que hace, tanta incansable dedicación es incapaz de darla gratis. Aunque sus servicios de tonto útil sean una repugnante y asquerosa eme mayúscula.