Después de los recortes y aumentos del partido en el poder (PP), y en el transcurso de cien días de mandato, para la ciudadanía del país en general ha sido, como se dice en el argot taurino, la puntilla, el copago farmacéutico.

Y lo que en este país éramos en la sanidad los mejores del mundo, ahora resulta que, para cuadrar las cuentas, tocamos algo que en muchos colectivos, pensionistas, trabajadores, etcétera, sus bolsillos y economía se van a ver gravemente afectados por las medidas del copago.

Cuando después de gobernar distintos dirigentes de ideologías distintas, pero con un criterio común, de todos los partidos representados en el Congreso, el poder llegar a un buen sistema sanitario fue algo insólito, o sea gratuito.

Y el bienestar social que habíamos conseguido en este tema, envidiado por muchos países incluso más avanzados en otros asuntos, ha quedado, para nuestra desgracia, en una decepción.

En mi opinión, hay otras formas de actuar, y los populares, con sus medidas impopulares, están consiguiendo que los ciudadanos, contribuyentes en todo, les cojamos una antipatía que no será fácil de olvidar por sus decisiones. Esto no es justo.