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La amargura de Sadako

Sadako es, además de un término empleado para llamar cariñosamente a algún amigo de Sada, el nombre de la directora de una guardería ubicada a 60 kms de Fukushima (Japón). Sadako Monma, en su primera salida fuera de su país tras la catástrofe, ha venido a España, y ha contado su historia a uno de nuestros compañeros. Son muchas las cosas que ha relatado, pero entre ellas resumimos algunas: de los 20 niños que allí había solo quedan 8 al día de hoy. Los demás se han marchado; la guardería y su entorno, obviamente, se hallan contaminados, y las autoridades tienen que descontaminar la arena del jardín, cambiar el tejado, las barras metálicas de los columpios, las tuberías del desagüe? los niños ya no pueden jugar al aire libre? Lo de Fukushima "no ha concluido", ni mucho menos. Aunque apenas lleguen noticias desde allí, el drama continúa. De vez en cuando, aparece una nota en la prensa indicando que, a tantos metros de la costa, en las aguas del mar se detectan ciertos valores de radiactividad... Pero es lógico que la versión oficial falsee esos datos para no levantar alarma. Así pues, nuestra entristecida Sadako solo desea con todas sus fuerzas una cosa: que cierren las centrales.