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Aficiones de la monarquía

En un momento donde la crisis y el paro afectan gravemente a la economía de tantos ciudadanos, seguramente que ante una hipotética pregunta sobre monarquía o república, muchos responderían que lo principal y lo que importa es que la gente tenga casa y pueda comer.

De sobra es sabido que el rey es un cazador empedernido, que ha dedicado mucho tiempo a la caza mayor. La última noticia al respecto llegó por ese accidente que sufrió el pasado 13 de abril durante una expedición para matar elefantes en Botsuana, aunque en esta ocasión la escapada fue de incógnito teniendo algo que ver, según las malas lenguas, con no sé qué de una rubia alemana con nombre, foto y apellido.

El caso es que cuando todo el mundo insiste en la defensa de las especies amenazadas, va el rey y se dedica a matarlas. La caza de elefantes está en principio prohibida en África desde 2010, aunque algunos gobiernos la siguen permitiendo a cazadores ricos y compulsivos decididos a pagar grandes sumas por el placer de matar a un animal protegido.

Esta afición del rey por las armas de fuego y por la caza le han causado problemas a él mismo y a su familia. Corría el año 1956 cuando protagonizó una tragedia matando accidentalmente a su hermano Alfonso de un disparo con un revólver de calibre 22 en la residencia familiar de Estoril. Al joven don Juan Carlos parece ser que ya le gustaba tontear con armas de fuego, jugando con su hermano, este le disparó un tiro en la cara, causándole la muerte. Este hecho, aunque sea jugando, que tiene que ser una experiencia traumática y terrible, lo suficiente para que te aparte para siempre de cualquier contacto con armas de fuego, un efecto que en el caso del rey no se produjo.

Todo el mundo ha visto imágenes de la foto del rey con un cazador norteamericano, un tal Rann, junto al cadáver apoyado en un árbol, del elefante que acaban de acribillar, así como otras imágenes de archivo donde nos muestran cómo ha cazado repetidamente en África todo tipo de animales que nadie debería cazar, como leopardos y búfalos. Esta pasión no solo se ha limitado al continente africano, en el año 2006 estalló el escándalo cuando en Rusia le pusieron delante un oso de un zoo local emborrachándolo con miel y vodka para que lo disparase.

Algunos libros de historia dicen que los reyes de antaño que habían sobresalido en la guerra, se aburrían en los períodos de paz y entretenían sus ocios cazando los animales que sus servidores les ponían delante.

Hoy en día, este tipo de caza es inmoral cuando las víctimas son animales magníficos y escasos, como los que están en peligro de extinción.