Mientras que los que sí lo han hecho siguen disfrutando de los mismos o más privilegios que antes, mi hijo no podrá ir a una escuela infantil que asegure su correcta atención, desarrollo y ni siquiera su seguridad. Si tienen hijos sabrán lo complicado que es controlar a un monstruito de un año lleno de energía y curiosidad, y pretenden que una sola cuidadora, por muy preparada que esté, tenga a su cargo a 20, con el agravante de que ahora ya ni siquiera deben estar en un patio vallado, ¡pueden estar sueltos por la calle! Si no puedo estar segura de la integridad de mi hijo ¿cómo puedo esperar que reciba la atención necesaria para su correcto desarrollo?
Mi marido y yo tuvimos la suerte de poder optar por una escuela infantil pública. Después de ver las condiciones (permitidas por la administración) de muchas guarderías privadas, en las que un número excesivo de niños conviven en unas habitaciones diminutas, y tras conocer los programas educativos de la escuela infantil donde va nuestro hijo, decidimos que esta era la mejor opción. Ahora se van a implantar en las escuelas infantiles públicas, entre otras, unas reformas que empeorarán las condiciones de estos centros, como el que los niños podrán estar en la calle sin necesidad de ser un recinto vallado.
¿Realmente hay padres que prefieren que sus hijos entren en una escuela infantil a toda costa, sin importar las condiciones en las que estén sus hijos? Pues esta es una de las justificaciones o, mejor dicho, excusas, de esta reforma; acabar con la escasez de plazas, cuando lo que se lleva reclamando mucho tiempo son más recursos y centros.
En resumen, los políticos y banqueros que nos han llevado hasta aquí quieren acabar con la escuela pública, tal vez porque les molesta tener que contribuir a ella con sus impuestos. Sin embargo, cada día me piden un nuevo esfuerzo para que siga pagando las flamantes guarderías y escuelas privadas de sus hijos, mientras el mío cada vez tiene una educación más precaria. Estoy cansada de que me pida esfuerzos la misma gente que no hace ninguno. Peor si el esfuerzo se lo piden a mi hijo. Por ello, insto al Gobierno de Navarra a no implantar las medidas propuestas en la nueva reforma o al resto de parlamentarios de Navarra, incluidos los socialistas (si es que les queda algo de socialistas) a impedir que este radical retroceso en el desarrollo de los niños, que son nuestro futuro, siga adelante.