Pretender entender la historia de la adhesión, adjudicación, adsorción, afán, agregación, agresión, alarde, alianza, ambición, anexión, apatía, asedio, aspiración, avaricia, avasallamiento, avidez, caída, capitulación, cesión, claudicación, cobardía, codicia, colonización, conquista, conspiración, defección, dejación, demanda, derecho, desafección, desánimo, deseo, deserción, desinterés, deslealtad, división, dominación, entrega, expansión, fagocitación, felonía, genocidio, humillación, imperialismo, indefensión, indiferencia, instalación, instauración, intención, interés, invasión, meta, negociación, objetivo, ocupación, opresión, pacto, personalismo, pretensión, reclamación, rendición, señoreamiento, sometimiento, subyugación, sumisión, tiranización, toma, traición, unión, vasallaje, vencida, venganza, voluntad, etcétera, desde la óptica del siglo XXI, es complicado. La Historia ha sido, es y será interpretable, difícil y difusa, hay tantas opiniones como personas.

Celebrar alguna de las concepciones apuntadas anteriormente resultaría falaz, discutible y contraproducente. Lo cierto es que estamos obligados a conocer nuestra Historia, con veracidad, serenamente sin pasiones, que no solucionan nada de lo vivido, bueno o malo, aprendiendo y sacando conclusiones. Décadas de guerra civil, divisiones, peste, pobreza, ruina y falta de un planeamiento unitario, son aditamentos que generan un caldo de cultivo en el que crece cualquier conato de división y anarquía.

La falta de un liderazgo, la existencia de reyes que gobiernan desde la distancia, los personalismos y egoísmos hacen de la Navarra del siglo XVI un bocado apetitoso para los reinos limítrofes, mucho más cohesionados y fuertes. El pueblo que no conoce su Historia está condenado a repetir los errores anteriores y por ello, democrática u obligadamente nos volverán a someter a lo que no queremos.

Conmemoración, sí, sin hacer leña de ningún árbol, ni enhiesto ni caído, el bosque es la riqueza a preservar. El bosque es Navarra.