La compra de un camión botijo para dispersar a ciudadanos, que en el ejercicio de su libre derecho a manifestarse protestan, es señal inequívoca de que la democracia está secuestrada por una oligarquía, mientras Rajoy se llena la boca diciendo a los catalanes que la soberanía del pueblo español corresponde a los españoles: tomémosle la palabra y que nos la devuelva, ya que hemos pagado el correspondiente rescate con todos los recortes sufridos durante los dos últimos años.

Pero además también es señal de incapacidad para gobernar, que si bien tienen la legitimidad de los votos para hacerlo, han perdido toda legitimidad ética y moral, cuando el principal cometido de cualquier gobernante es procurar la felicidad de sus gobernados y no al contrario, ordenando cargas policiales desproporcionadas y sanciones económicas por pasar por allí.

Han perdido la capacidad de dialogar gobernando solos y por decreto ley, la capacidad de gestionar gastando medio millón de euros en dicho camión mientras hay tantas carencias que atender, pero, sobre todo, la capacidad de ilusionar, de sumar esfuerzos y multiplicar soluciones. Han demostrado capacidad para hacer lo que les mandan, pero estos no son la mayoría que les votó, por lo que deberían someterse a una moción de confianza en las urnas.