Hermano ejercicio
Así llamaría aquel de Asís a la actividad física. Y es que el ejercicio, practicado de forma regular, comporta toda una serie de beneficios. Entre ellos, y así lo han constatado finalmente (cosa que ya se sabía más o menos) investigadores de la Universidad de Salamanca, reducir la presión arterial por la noche. Cuántos ríos de tinta se habrán vertido informando sobre los beneficios de la actividad física. Recordemos que dicha actividad forma parte de ese trío de columnas sustentadoras de la salud: nutrición, pensamiento y actividad física. Sólo tenemos que elegir adecuadamente qué programa, qué esquema, qué actividad es la que conviene no sólo a nuestras características sino también, aunque sea de forma temporal, a esa patología que puede estar afectándonos. Y para ello nada mejor que dejarse asesorar por expertos. Hoy en día los monitores se hallan bastante bien preparados. Sin embargo, observamos cómo diferentes grupos de afectados por diversas patologías llevan a cabo programas gimnásticos (mantenimiento, pilates, felden, etcétera) que son excelentes, sí, pero no los más adecuados para sus dolencias. Para estas existen programas gimnásticos específicos (osteoporosis, fibromialgia...).
En cuanto a las personas mayores, es una delicia observarles con qué entusiasmo llevan a cabo sus ejercicios, pero observamos asimismo cómo muchas personas de edad se incorporan a grupos donde la gimnasia resulta demasiado fuerte para ellos. En cuanto a caminar, cosa excelente, hay que tener en cuenta que en personas mayores una larga caminata diaria está afectando tanto a caderas como a rodillas. Por eso es conveniente reducir los metros de andadura y combinarlos con gimnasia que permita hacer funcionar esas rodillas y caderas, pero sin que exista ese golpeteo continuo. En fin; hagamos ejercicio, pero conociendo nuestros límites.