Seguramente a muchos que estudiaron con interés la asignatura de Historia en la época de Franco (me incluyo, aunque ya barruntaba algo raro: una región sin castillos, con 4 ó más fronteras medievales, es como para pensárselo), y también a quienes lo hacen en la actualidad, con unos textos en los que UPN solo se preocupa de que no haya 4 provincias unidas, cuando deberían ser 7 o más, según se elijan, les pueda sorprender el título de esta carta. ¿Un rey navarro tras habernos anexionado pacíficamente en 1512, y derruir nuestras fortificaciones como muestra de amistad? ¿Y además rey de Francia? Venga, hombre, ¡estas cosas al festival de Sitges! Si ni siquiera nos han hablado de Enrique II de Navarra, que todavía en 1518 se paseaba de lado a lado de los Pirineos para ayudar a derruirlas todavía más. Debo decir que los 2 castillos enteros de esta comunidad no son sino meras reconstrucciones, pareciéndose muy poco a sus originales. Ha habido publicaciones como el excelente libro de Pedro Esarte Navarra, 1512-1530. Conquista, ocupación y sometimiento militar, civil y eclesiástico, magníficamente documentado y expuesto. Pero claro, se corre un tupido velo sobre ellas mientras que las de algún otro son alabadas y presentadas con gran solemnidad.
Bueno, a lo que iba. Filmoteca Navarra ha tenido la valentía de programar para este mes una coproducción sobre la vida del citado monarca, un rey extraordinario, amado y como era muy frecuente, también amante; un rey de Navarra al que le usurparon sus derechos, un rey que, si hubiese tenido potestad sobre esta tierra, seguramente nos habría encaminado hacia un futuro, no sé si mejor o peor, pero sí diferente. Un rey que se merece un capítulo en nuestros carcamales libros de texto, y que fue y es reconocido en toda Europa, ya que era muy diferente en sus obras y pensamientos a sus coetáneos. Por ello, recomiendo encarecidamente el visionado de esta película, inédita por aquí, cómo no, y también es mi deseo que se disfrute de ella sin pasiones sombrías, sin resentimientos, visionándola con un gran corazón. Los que vivimos actualmente no somos responsables de los hechos ocurridos en el pasado aunque sus consecuencias nos alcancen. Nuestra obligación es convivir, no ya por un presente difícil de cambiar, sino para que haya un futuro mejor y no tengamos y tengan que elegir en qué época encastillarse: 1512, Sertorius, bajo las banderas de Constantinopla (sí, sí, de Constantinopla -en el sureste de la península-), era musulmana, Carlos III el noble... hay donde elegir. Apostemos por un futuro, mejor y honesto, y una buena ocasión para ello es el visionado de esta gran película.