Víctimas y el quinto mandamiento
Aunque la mayoría de mis notas al espacio Cartas al director están relacionadas con el deporte, principalmente con la pelota y el rugby, por motivos de un pasado muy ligado con ambos, soy un ciudadano de tantos que como tal me veo envuelto sin remedio en esa especie de marasmo -en cierto modo- que supone el entorno del hábitat circundante vital. Que se dice y es. Y a su rebufo económico, social, religioso, moral y político, entre otros. De los cuales no quiero ni puedo evadirme. El prólogo me sirve para aludir al total y diario desacuerdo que recogen los altavoces mediáticos en torno al todavía candente tema de la memoria histórica y sus víctimas, puntualizando que aunque ya tenemos paz, a Dios gracias, todavía nos falta mucho para la reconciliación.
Soy creyente deista y por tanto, sé que el quinto mandamiento dice no matar. Pero que yo sepa, Dios no ha matizado que sea más grave hacerlo con capucha que con gorras de Policía, como un tres de marzo de 1976 en Gasteiz (por cierto, en torno a una iglesia que servía de refugio a una multitud aterrada), pongo por ejemplo. A la hora de juzgar y evaluar crímenes los componentes de la derecha pepeísta, omiten nombrar las siglas del GAL, Batallón Vasco Español, la Triple A, Fuerza Nueva... Solo condenan -yo también por mis creencias- los asesinatos de ETA. Los crímenes del post franquismo parecen quedar en una nebulosa hetérica para los señores del PP. Mientras, alguno de sus próceres ministros pone medallas de cierto tinte bélico, nada menos que a la Virgen María... Reitero, es una incongruencia que personas que se dicen católicas, apostólicas y romanas, con todo el derecho del mundo, traten de obviar el sentido del mandamiento mencionado.
Para terminar, les aconsejaría a estas personas -Arantza Quiroga incluida- que leyeran el libro titulado El papa Francisco (Conversaciones con Jorge Bergoglio), en cuya página 140 dice, con referencia a los gobiernos “cuyas violaciones de los derechos humanos tienen una gravedad mucho mayor ya que se perpetran desde el Estado”. Demoledor. Terminaría añadiendo que me gustaría asistir a cualquier funeral en memoria de las víctimas de uno y otro lado. En Donosti, oficiado por Monseñor Munilla, a quien en ninguna de sus manifestaciones he leído, visto u oído aludir más que a víctimas de ETA. Incomprensible en un ministro del Señor. Me gustaría que me rebatiera. Con todos mis respetos...