Me duele la pitada que escuche en la noche del Pobre de Mí de Iruñea, del que UPN aprovecha para arremeter contra la “imposición” de la ikurriña. Sabe y se calla UPN y PPN que en otros lugares, como el cercano Uharte, viene siendo costumbre instalar la ikuriña en fiestas patronales, de acuerdo con el artículo 8 de la Ley de Símbolos de Navarra, con la simple presencia de un alcalde o parlamentario de la CAV. Y de eso ha sido testigo varias veces Carmen Alba, delegada del Gobierno central en Navarra, invitada a los actos. Claro que Uharte, como otras localidades de la geografía de Navarra, no son de interés como la capital del histórico Reino de Navarra, menos o reducidas al olvido los medios de información.
Me llama la atención la crítica que realiza el anterior alcalde de Iruñea sobre que el alkate Joseba Asiron vaya a la Procesión y no a la Misa, ceremonia dedicada a los creyentes, como las que puedan haber en mezquitas o sinagogas. Como concejal en la anterior legislatura y otras anteriores en el ayuntamiento Uharte, por tradición, puedo decir he participado en todo caso en la Salve pero no en una misa dirigida a los creyentes, por la simple y entendible razón de no ser agnóstico, y menos para hacer el paripé. ¿Acaso es aún una obligación como cuando tuvimos que vivir en los oscuros años del franquismo?
Y si la incomprensible y penosa pitada en el Pobre de Mí pese a estar orquestada con antelación, hay que recordar que si Joseba Asiron se expresó en euskera como en castellano fue por respeto a la cooficialidad lingüística. Respecto al euskara cuyo origen se pierde en la noche de lo tiempos, fue reconocida hace ya más de dos mil años por el Imperio Romano como la lingua navarrorum. Este desconocimiento nos indica que hay por delante mucha pedagogía por hacer, pese a estar por igual legalmente las dos lenguas.
Ánimo alkate.