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Carta a las flores

Cuando se te llenan los ojos de flores, de aromas dulces a hierba cortada, de luces y de pétalos, de pájaros, de arco iris de muchos colores en primavera, es difícil mirar la vida de otra manera y al anochecer reventará tu alma por tu silencio y podrás perder la vida, pero si es así volverás, porque allí no podrás soportar las soledad sin los jazmines y los tulipanes. No hay músico ni pintor ni fotógrafo ni artista múltiple que iguale con su obra a un jardín combinado de flores por la sabia mano de un jardinero. Ni cien Van Gohg junto a Leonardo o Strauss en el vals superarán a la vida jamás.

La planta fresca, el tallo erguido, la tierra blanda te pedirá mantenerte quieta como una flor hasta que la noche te cubra con su poncho de niebla y te haga dormir como a una sirena con pies entre corales y olas simples de mar al pie de un árbol. Algunos hemos tenido el privilegio de tener un padre que nos cantaba de niñoDe colores se visten los campos en la primavera, de colores son los pajarillos que vienen de fuera, de colores es el arco iris que vemos lucir y por eso los grandes amores de muchos colores me gustan a mí.” Y ese recuerdo se queda como el néctar virgen de la primavera. Esa melodía es para guardar y cantar cuando se está contento, se está más que feliz. Te sale sola; aflora en medio de la marabunta o de la sonrisa. Es igual. Fluye como los espejos en el agua, como los cantos rodados en la corriente. Y de pie, como un árbol más del jardín, verás cómo las mariposas se pintan de malva. Es la primavera.