El milagro de la sierra de Tajonar
La bochornosa tarde del 30 de agosto de 1991 puso en jaque a los vecinos y vecinas de Tajonar. Un incendio que comenzó en el vecino valle de Elorz, impulsado por el viento sur, alcanzó en pocos minutos la cresta de la sierra y se extendió por la ladera norte, devorando los pinares que, 40 años atrás, se habían plantado. Sin los medios actuales de helicópteros, aviones... los bomberos, vecinos de Tajonar y agricultores del resto de pueblos del valle de Aranguren combatieron las llamas cuerpo a cuerpo y consiguieron detener el fuego a pocos metros de las primeras viviendas. La sierra de Tajonar, históricamente, albergaba robles y encinos. En los años 50, buscando recursos económicos en aquellos años tan difíciles, se realizaron plantaciones jóvenes de pinos, con el fin de obtener beneficios, en un futuro, con la venta de la madera. Durante el otoño e invierno de ese año, se retiró la madera quemada y se preparó el terreno para volver a plantar pinos. La primavera fue escasa en precipitaciones y los pinos recién plantados, se secaron. Pues bien, he aquí la lección que nos dio la naturaleza. Sin ninguna intervención más, poco a poco fueron brotando plantas de roble y encino, cuyas semillas latentes habían esperado la oportunidad para desarrollarse. Fue tal la cantidad de plantas que brotaron, que en el año 2000 hubo que aclarar y hacer una selección de planta. A día de hoy, 25 años después, gozamos y disfrutamos de un joven, pero importante bosque con árboles que ya superan los 3 metros de altura, llamados a ser uno de los pulmones de la Cuenca. Este milagro se ve complementado con la siembra, por los vecinos de Tajonar, en cerros y espuendas, de cientos de bellotas autóctonas, protegidas con tubos, que aseguran que nazcan y se desarrollen más del 95% de semillas. Invitamos a técnicos de Medio Ambiente, y a los representantes de las localidades afectadas por el incendio de la semana pasada, a conocer de primera mano la Sierra de Tajonar.