Sociedad gastronómica de Villava-Atarrabia: 14.30 horas del día 15. Un grupo de amigos, en la previa de la comida, de pie alrededor de una barra, bromeamos mientras tomamos un aperitivo. De repente uno de nosotros cae fulminado al suelo. Fuerte golpe en la cabeza. No respira. Ojos vueltos y en blanco. Estupor. Mientras dos de nosotros inician las maniobras de reanimación, compresiones cardíacas y respiración boca a boca, otro se aleja con el móvil llamando al 112. El tiempo se prolonga hasta el infinito y seguramente no ha pasado más de un minuto. Sigue sin respirar. Los que actúan siguen las instrucciones que reciben del Servicio. Creo que no llegarán. Necesito hacer algo y corro al centro de salud. Doy aviso que con toda seguridad confirma el que en ese momento reciben del 112. Inmediatamente un médico y una enfermera con desfibrilador y equipo de emergencia salen apresuradamente del centro. Les guío al lugar. Cuando llegamos, comenzaba a volver en sí. Con profesionalidad se ocupan de él. No ha pasado ni un minuto de su llegada, cuando dos coches de Policía Municipal (de Villava y Burlada) llegan al lugar con un desfibrilador en las manos. Personal sanitario del centro se acerca por si fuera necesaria ayuda suplementaria. Al comprobar que no, vuelven a sus puestos. Electro in situ. Llega la ambulancia medicalizada y, coordinados, comprueban que no es cardíaco. Requiere de traslado a centro hospitalario para pruebas complementarias y observación. Nos tranquilizan. Del personal de ambulancia surge una pregunta que relaja los nervios y nos hace sonreír: “¿Tan mala era la comida?”. No han pasado ni 25 minutos desde que cayó, aunque nos ha parecido una eternidad. 112. Protocolo, medios y profesionalidad del equipo humano. Agradecidos y orgullosos de estar en buenas manos.
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