El muro de Burlada
En una reciente carta se comparaba la fealdad del Ecce Homo, tan famoso, con la remodelación prevista en el parque de la Taconera. Lo mismo ha ocurrido en Burlada con la tremenda valla verde con la que han cubierto todo el perímetro entre las dos rotondas de la variante de Burlada para el esparcimiento canino. Este paseo era precioso y los paseantes disfrutaban de la hierba verde y bien cuidada y una variedad de árboles que amortiguaban el sonido del tráfico intenso. No es fácil encontrar un paseo tan bonito. Solo el parque fluvial puede competir con él.
No es un pequeño esparcimiento para los perros rodeado con una valla pequeña de madera como sucede un poco más arriba. Es una inmensa jaula verde que hace daño a la vista y convierte el paseo en un angosto pasillo entre los edificios y la valla de 1,60 metros de altura que impide la vista y produce una sensación claustrofóbica. Los cinco bancos del paseo, que tenían una magnífica vista del parque, están a menos de medio metro de la valla y los paseantes que descansen en ellos parecerá que están castigados mirando a la valla.
La jaula tiene asegurado su fracaso. Si es muy usada, los perros y sus dueños destrozarán el césped provocando un barrizal. Si no es usada, también fracasará porque para ese resultado no merecía la pena semejante gasto y falta de estética. Recuerda a la horrorosa valla verde que rodeaba el campo del Sadar y que se pudo apreciar lo molesta que era cuando la quitaron. Ni siquiera han retranqueado la valla para dejar un espacio verde ni han dividido el espacio para los perros y para los paseantes. Lo han cubierto absolutamente todo con la valla verde. No sé si el muro, al estilo Trump, lo van a pagar los dueños de los perros o los paseantes que se ven fuera de ella y sufren su fealdad. Todavía me asusta más que circulan bastantes bicis por este paseo. Como se enteren los responsables de esta barbaridad, nos ponen otra valla verde en medio de la acera para separar peatones y ciclistas.