¡Qué poco ha pasado desde que te has ido, tío Toño! ¡Qué sentimiento tan amargo se nos queda! Siempre fuiste el ojito derecho de la yaya y de la mano os habéis ido los dos. Eras demasiado rebelde o anarquista o caótico, no sé cómo definirte, nunca tuviste nada porque no lo quisiste y esa fue tu libertad hipotecada. Amaste tus perros, suspendiste en diplomacia, le pegabas al tabaco negro y te gustaban las pelis de vaqueros. Me quedo con esos momentos de lucidez, contándonos esas vivencias con tu voz grave. Dominando el tiempo, te sacabas otro pitillo, bajo aquella nube de humo y me dejabas con la boca abierta. Por último, agradecer a todas las personas que te echaron un cable en los momentos jodidos. Gracias por haber sido tan generosos/as. Adiós tío.
- Multimedia
- Servicios
- Participación
