El pasado viernes era el último día para dar de baja en el conservatorio a nuestro hijo. Esperamos hasta el último momento por si hubiera algún resquicio de poder seguir. No es que viéramos a un Mozart en nuestro hijo, pero en nuestro barrio no hay oferta de extraescolares... probamos... ¡y le gustó! Pusimos la clave (de sol) y durante estos años ha aprendido, disfrutado, aburrido, ha hecho amistades y, lo más importante, ha empezado a amar la música? Podemos decir que durante estos años hemos ido introduciendo ritmos, notas, silencios en el pentagrama y hemos ido creando la melodía de parte de su formación cultural. Vivimos muy cerca de la escuela de música, podemos ir andando y hablando por el camino, y además hemos tenido la posibilidad de cursar lenguaje musical en euskara, posibilidad muy remota en las escuelas de música de otros lugares. Esta misma semana pudo probar instrumentos pensando en qué elegir el año que viene, le gustó mucho la opción del acordeón. La pena es que además de no tener opciones de extraescolares en el barrio (está dividido en diferentes municipios y nosotros, a mucha honra, somos de Pamplona), a partir del año que viene la diferencia económica que venimos pagando por estudiar en la escuela pasa de 121 € a la friolera de 1.386,8 € en el mejor de los casos.
Teniendo una familia numerosa y siendo trabajadores, es un coste difícilmente asumible. Hemos intentado que tanto los ayuntamientos como el departamento de Educación hiciera un esfuerzo para que familias como la nuestra pudieran cursar estos estudios en escuelas de música cercanas a su lugar de residencia, además de por la imposibilidad de la escuela de Joaquín Maya de dar servicio a la demanda. Pero por ahora parece ser que este curso acabamos la partitura con una doble barra final sin repetición. Esperamos que antes pronto que tarde alguien decida que habrá un bis en esta canción.
Milesker bide motz honetan izan zaituztegun Burlatako musika eskolako langile eta gurasoei.