leo con cierta incredulidad el debate mantenido en el Ayuntamiento de Pamplona acerca de la idoneidad de que Joseba Asiron, alcalde de Iruña, sea o no el responsable de Igualdad y LGTBI de dicho Ayuntamiento.

Leo las declaraciones de Edurne Eguino diciendo que cree que no habrá otro caso en el que un hombre pueda dirigir el Área de Igualdad de un Ayuntamiento? Pues eme aquí.

Laura Berro dice que un hombre heterosexual y cisexual no puede dirigir un área de Igualdad y LGTBI. Y Maite Esporrín que es un machista (¡menudo nivel de debate!).

Pero es en este último punto donde me quiero detener. Joseba Asiron tiene actitudes machistas, evidentemente sí; Joseba Orduña tiene actitudes machistas, evidentemente sí. Pero es que el problema es que la señora Esporrín también tiene actitudes machistas. Sí, también la señora Esporrín. Y es que el machismo estructural, que existe en esta sociedad nos hace a todas y todos en nuestras posturas vitales mantener actitudes que chocan en contra de la igualdad.

El trabajo llevado a cabo durante años por el movimiento feminista para erradicar el machismo de nuestras sociedades patriarcales es un trabajo bien elaborado, en gran parte por el impulso del propio movimiento feminista, la voluntad de los y las políticas de querer cambiar las cosas y, sobre todo, por el esfuerzo de las técnicas de las entidades locales que nos han ayudado, han abierto brecha y nos han señalado el camino.

Es evidente que los políticos y políticas, al igual que la sociedad en su conjunto, tenemos actitudes que poco ayudan a erradicar el machismo, pero existe una diferencia que es el querer cambiar las cosas. Hasta hace unos pocos años las personas que se dedicaban a dirigir la política en Navarra no tenían intención de hacer grandes cambios a este respecto, vivían con mucha comodidad en su espacio de confort, pero hemos venido otra hornada de políticos, mujeres y hombres que creemos que existe la necesidad acuciante de cambiar las cosas, y ahí sí que tenemos cabida hombres y mujeres, eso sí, con el necesario asesoramiento de las técnicas de igualdad.

De hecho las propias técnicas recomendaron que en la idea de hacer de las políticas de igualdad políticas transversales están fueran dirigidas por alcaldes y alcaldesas.

En el Valle de Egüés (que pese a estar dirigida por un concejal delegado el área es transversal en el organigrama municipal), en los últimos meses hemos organizado distintas iniciativas para promover la igualdad entre hombres y mujeres. Si nos atenemos a las dirigidas especialmente a nosotros, citaré una charla sobre masculinidades que tuvo lugar a finales de 2017 y otra sobre micromachismos, llevada a cabo en mayo de este mismo año. Iniciativas, seguro, insuficientes, pero que van en la línea de aumentar la concienciación de los hombres sobre nuestro papel en el camino hacia la igualdad, para cuestionar nuestros privilegios. Responsabilizarse sin culpabilizar, para avanzar en positivo.

Maite Esporrín ha traspasado la línea de las acusaciones (no seré yo el que defienda las actitudes de otra persona, Joseba Asiron es capaz por sí solo), pero? ¿se ha parado la señora Esporrín a pensar en sus propias actitudes? ¿Es capaz de pararse a pensar y valorar sus propias actitudes machistas? ¿Es capaz de entender que a ella se le puede igualmente acusar de machista por múltiples actitudes (al igual que el resto de la sociedad) que mantiene en el día a día?

El cambio de las actitudes machistas con las que vivimos cada persona es un trabajo a realizar cada día, por compromiso personal y por obligación social. Como personal político nos toca señalarlos para promover su erradicación, pero siempre desde el posibilitar, porque si no caemos en aquello de mirar la paja ajena y no ver la viga de nuestro ojo.

Todas las personas somos machistas por nuestra educación y yo, por lo menos, quiero ser un aliado del feminismo porque quiero la igualdad. En ello estamos.

El autor es concejal de Egüés