Señora consejera de Educación, María Solana, y su equipo: Somos un padre y una madre de una niña de 4 años a la que desde los 2 decidimos escolarizar en un modelo de inmersión lingüística en euskera sin Programa de Aprendizaje en Inglés (PAI), es decir, optamos por el modelo D establecido por su Departamento de Educación del Gobierno de Navarra, desechando las escuelas infantiles con subprogramas en inglés, porque no las consideramos efectivas tal y como están articuladas.

Al vivir en un pueblo a 20 kilómetros de Pamplona sin centro educativo propio, al comenzar la Educación Infantil obligatoria a los 3 años corresponde a nuestra hija la condición de transportada, y por tanto, una ayuda pública establecida al efecto destinada al transporte y al comedor. De hecho, todos los niños y niñas del mismo municipio que asisten al mismo centro que nuestra hija la perciben.

Ahora bien, en 2016 una nueva normativa dispuso que a nuestro pueblo le corresponde un centro que imparte el modelo D-PAI en Noáin. No obstante, las diferencias entre ambas opciones educativas son objetivas, cuantitativas, cualitativas y constatables: el modelo D puro imparte el aprendizaje por medio de la inmersión lingüística, siendo el euskera la lengua del centro; las horas lectivas en euskera en el D-PAI se reducen para incrementar las de inglés; etcétera. Es por ello por lo que elegimos un centro modelo D en Pamplona.

Pues bien, curso y medio después nos encontramos en la situación de que, al no asistir al centro modelo D-PAI de Noáin que su departamento considera que nos corresponde -con criterios económicos y mercantilistas, en ningún caso educativos, lingüísticos ni culturales-, nuestra hija deja automáticamente de considerarse transportada y ve cercenado su derecho a recibir una ayuda pública para el transporte y el comedor. ¿Acaso no está contemplada ya en sus presupuestos como objeto de esa ayuda al no existir centro educativo en su municipio de residencia? Es decir, tiene que salir del pueblo y comer fuera sí o sí, acuda a Noáin o a Pamplona.

Es más, al estar vinculadas automáticamente, por decisión de su departamento, ambas ayudas, al denegársele a nuestra hija la ayuda al transporte, automáticamente se le deniega la ayuda al comedor, ignorando su condición de transportada, al no existir como decimos un centro educativo en su municipio de residencia. Es decir, tiene que comer en el comedor siempre, independientemente de que se desplace a Noáin o a Pamplona para ir a la escuela.

En definitiva, señora consejera, lo que queremos que la Administración admita y reconozca es que el modelo D no es igual al modelo D-PAI, ni en la teoría ni en la práctica, por mucho que la normativa se empeñe en determinarlo y negar la realidad. Están ustedes creando una oferta educativa para la que no garantizan los mismos derechos de acceso a todos los navarros/as. Piénsenlo y modifiquen sus normativas discriminatorias. Estamos convencidos de que, poniendo en su conocimiento esta situación y muchas otras similares, serán capaces de reflexionar y poner fin a esta grave discriminación educativa, lingüística y cultural.

No es que seamos unos valientes, pero sí al menos animados, venciendo nuestros miedos y apostando por un aprendizaje en euskera sin ser euskaldunes y no hablar nadie euskera en nuestro entorno familiar. Cuando las familias damos por fin el paso de escolarizar en euskera, nos estamos encontrando con zancadillas en lugar de brazos que nos ayuden y apoyen desde la Administración pública. Todo apoyo público a quienes apostamos por una educación pública y en euskera que su Gobierno fomenta, se debe mantener y aplicar de manera justa y no discriminatoria, nunca limitar y reducir.