Cierto que se trata de humor negro y tiene consecuencias. Un juez en Catalunya dejó abierto el micro en la sala al finalizar la sesión y se oyeron comentarios obscenos del juez con los restantes miembros del tribunal sobre una querellante a la que llamó puta. Después de denunciar al juez ha sido declarado inocente. A un acusado de asesinar a una pareja, el juez le ha enviado a prisión. Nueve meses después sale inocente. El presidente del Supremo anula la sentencia de una sala de dicho tribunal que declaraba que los gastos de las hipotecas deben ser a cargo del banco. El argumento para suspender la sentencia es que supondrá un quebranto económico importante para la banca.

Ante este panorama que muestra los criterios de actuación de nuestra justicia, cabe preguntarse si puede quedar impune un juez que, por error, hace públicas sus groseras opiniones sobre quien acude al tribunal demandando justicia. ¿Con qué confianza? ¿Qué capacitación ética de interpretación de las leyes tiene un juez que envía a prisión a un acusado de asesinar a dos personas y tras nueve meses es declarado inocente con todos los pronunciamientos a favor? ¿Quién le restituye el tiempo y la honra si al final es declarado inocente? ¿Se puede evaluar económicamente el perjuicio moral causado y si sería justo que sea indemnizado con cargo a las arcas públicas y no incurra en responsabilidades el juez que con tanta frivolidad enjuicia y condena a un reo? ¿Qué juego de prestidigitación intenta el presidente del Supremo preocupándose de los perjuicios económicos que una sentencia puede causar a los bancos y no se aplique en exclusiva al cumplimiento de su misión, que consiste en aplicar las leyes?

Estas actuaciones curiosas de algunos jueces y tribunales inducen a pensar que a la justicia española le falta aún un hervor que sin duda la tendrán que recibir de los tribunales europeos a pesar de que su malentendido de la soberbia les hace creer que es profesionalidad.