Un rayo de sol en un día nublado. Creo que empiezo bastante bien. Cuando escribo sobre mis nietos quiero creer que todos los abuelos y abuelas estarán de acuerdo en que todos los nietos son quitapenas. Para educarlos ya están sus padres. En este caso me refiero a mi hija Sara y a su eterno amor Javi Luquin. Me asusto bastante cuando dicen los sibaritas de turno que los educan a su imagen y semejanza. Según que padres, es para temblar. Está claro que para mí, al menos, todas las batallas y encontronazos se suavizan queriéndoles mucho. A mi hija Sara le aconsejo que anteponga su condición de madre a la de maestra. De todos modos se entienden muy bien cuando hablan en euskera, esa bendita lengua que según los entendidos está hecha por ingenieros.
Me toca hablar de nuestro Josu. Toca el violín y la batería, canciones de rock que le gustan mucho. Juega al fútbol en el Iruña en categoría Liga Navarra, de portero, por influencia de su abuelo Lucrecio Luquin, uno de los mejores porteros que tuvo Osasuna. Siempre está en Dicastillo, que para él es su paraíso terrenal. Por supuesto, con su Maite Laborda, que para eso santificaron sus amores al pie del altar.
Sigamos con Iosu. Este pequeño nieto no pierde el tiempo, juega al Fortnite y algún otro juego que no me acuerdo. Lee Harry Potter y Pearce que, por cierto, es hijo de algún Dios. Aunque el Dios verdadero es el nuestro, ya lo dice nuestra Santa Madre Iglesia. Es un niño perfecto pero claro, lo dice su abuelo Jacinto. Acaba de jugar el torneo interescolar en el colegio de Mendigoiti. Sigue la estela de su hermano Urko, tan alto como guapo. Nada más. Un rayo de luz en un día nublado, que no se me olvide.