La noticia de tu muerte me sorprendió como un golpe mal asestado. Y todo fue decirme, en los primeros momentos, que no podía ser, que yo no te había llamado en tanto tiempo y tú habías sufrido sin tener yo ni la más vaga noción de ello. Y me sentí culpable. En mi recuerdo quedan aquellos años en los que la buena gente de Ingeniería/s, tú especialmente, me aydásteis tanto, cuando yo era tan consciente de mis limitaciones, a vuestro lado...

Y no es únicamente tu bondad, lo que se decanta de tus cualidades, sino aquella socarronería, aquel sentido del humor y tus bromas y dichos que tal vez he ido saboreando y entendiendo mejor con el paso de los años. Por fortuna, y lo digo sin ambages pues fue una buena ocurrencia, tengo el recuerdo de haberte agradecido en vida, por escrito, cuando yo había dejado de trabajar allí y no tenía ya ni tu teléfono ni tu dirección. Siempre te recordaré, Txetxu Moni. Te habrán instalado, sin mas dilación, en una hermosa sala para que oigas y te deleites con buena música, allá donde esté ahora, estoy convencida de ello. ¡Hasta puede te pidan que dirijas la orquesta! Cualquier día nos vemos.