Edificios sin ventanas donde la muerte es la protagonista. Alejados de las ciudades, oculto de la gente. Un trabajo ajeno a miradas indiscretas. Hablamos del origen de lo que comemos, de lo que nos llevamos a la boca. Sin embargo, su aspecto poco se parece desde su origen hasta que llega a nuestro plato. Para conseguir tal transformación, hay gente con muy poca sensibilidad y respeto por el reino animal, algo en lo que debemos incidir, sin olvidar la calidad de ese tipo de comida. Cómplices desde su origen con la cría del ganado, hasta su consumo cuando llega a nuestra nevera. Un buen exponente del maltrato y sometimiento que sufren estos animales lo podemos ver en el nuevo mega matadero que apenas se acaba de levantar en el pueblo de Binéfar, en la provincia de Huesca. Este enorme matadero se convierte así en el segundo más grande del planeta sobre el sector porcino. En unos meses se espera que llegue al sacrificio y muerte de más de 30.000 cerdos diarios.

Animales hacinados, sin apenas espacio, en condiciones inhumanas; quizás el mayor daño que el ser humano ha podido hacer sobre estos seres sintientes, inocentes e indefensos. En esto se ha convertido el ser humano, bajo el manto de una arrogancia sin escrúpulos. Ahora bien, lo paradójico de este tipo de fabricas de muerte es que no hay estómago para poder verlo, pero sí para comerlo.

El ser humano se empeña en pensar sin más criterio que su propia gula que estos seres que sufren nacieron únicamente para su disfrute. Hoy en día la industria ganadera se ha inventado un certificado (previo pago) denominado de Bienestar Animal; todo un lavado de cara sobre un negocio basado en el sufrimiento animal.