Señor alcalde, a ver si lo pilla. Que no se trata de vascos sí o vascos no. Que el euskera es patrimonio de todos los navarros y navarras.

No me gusta hablar de la familia, pero le voy a contar algo. Mi suegro, un hombre grande, callado y trabajador nato, es nacido en un caserío del valle del Baztan con ocho o dieciocho apellidos vascos, ¡qué más da! Cuando fue a la escuela no sabía castellano y les pusieron maestros que no sabían euskera. Les pegaban y les decían: “Vascos ser, orejas de burro tener, ir a la escuela y no aprender”. Su hija le dio tres nietas rubias preciosas, con las que jugaba. Un buen día, pensando que le haría ilusión, le dijimos: “Vamos a llevarlas a ikastola”. Mi suegro, parco en palabras, nos respondió: “ No sé por qué les lleváis a esa escuela, si eso no sirve más que para sufrir”. Y yo me pregunto: ¿Por qué el castellano ha sido y es obligatorio en la escuela? La zonificación de la enseñanza en euskera en Navarra y las restricciones es otra forma de pegar. Mi suegro era de Baztan. Yo, de la Ribera de Navarra. ¿Lo pilla?