Por respeto y dar opción a toda la gente que no ha tenido la oportunidad de aprender la lengua más antigua de Europa, redactaré está reflexión en castellano.

Tenía 19 años cuando recibí mi primera clase de euskara. Nos propusieron escribir en un papel todas aquellas palabras que supiéramos o nos sonaran en ese idioma. Recuerdo Iruña, Osasuna, eguzki, ilargi, Sanferminak, Mendebaldea, Iturrama, eta, kaixo, agur y egun on entre otras.

Con el transcurso de los años probé todo tipo de metodologías y centros de estudio: AEK, IKA, Escuela Oficial de Idiomas, Euskaltegi público del Gobierno de Navarra y Euskaltegi público del Gobierno Vasco (estos dos últimos a través del último reciclaje para el profesorado que ofertó el departamento de Educación del Gobierno navarro en 2009-2011). Así, con 31 años conseguí obtener el título C1. Creí tener abierta una puerta más para trabajar en la enseñanza pública en Navarra, pero más allá de la ilusión y el esfuerzo realizado para conseguirlo, tuve que reiniciar el proceso de aprendizaje, esta vez con el inglés, ante la implantación del PAI (Programa de Aprendizaje de Inglés) por parte del entonces Gobierno de UPN, con su consejero Iribas a la cabeza.

Más adelante llegarían otro amago con el alemán, convirtiendo el colegio Víctor Pradera en Paderborn (con una trabajadora ejerciendo de docente, con C1 de alemán que no era ni siquiera maestra), y también con el francés en el colegio Vázquez de Mella-Bayonne.

Hoy día sigo dedicándome a la enseñanza y realizo mi labor en euskara. Cada día aprendo algo nuevo. Disfruto de la cultura, de la riqueza de vocabulario, de los diferentes dialectos entre compañeros/as, de la naturalidad con que los niños/as asimilan las diferentes lenguas (sí, también el vascuence), de todas las vivencias que tuve aprendiendo canciones o refranes desconocidos para mí, de valorar el origen de los nombres de los montes y lugares del pueblo de mis padres (Vidángoz/Bidankoze), de las personas que conocí en mi viaje a través del idioma, de escuchar la radio, leer el periódico, ver la televisión o emocionarme con un libro o al escuchar un bertso.

Todo esto y mucho más es para mí el euskara. Mucho más allá de una puntuación en un concurso-oposición, una señalización monolingüe, un mapa dividido políticamente en tres colores diferentes o un odio-venganza política según cómo venga el aire.

Ánimo que nunca es tarde para ponerse a ello. Eutsi goiari!!