Supongo que mis queridos lectores y lectoras de nuestro DIARIO DE NOTICIAS están esperando como agua de mayo que escriba algo sobre esta Cataluña envuelta en llamas, como aquella Roma del dichoso y peligroso Nerón. Aprovecho la ocasión para condecorarme yo mismo. Esto que voy a decir es muy grave. La presencia de tanques en Barcelona. Alguien lo dijo en el Gobierno con poder suficiente y a continuación se convirtió en secreto de Estado. Los tribunales de Justicia no dijeron nada. Me tocó ver en la televisión hace bastante tiempo cómo las fuerzas del orden permitían que los españolistas destrozaran todo lo que encontraban a su paso y otros ciudadanos les aconsejaban con todo respeto, eso sí, que se fuesen por otros sitios para evitar ser agredidos por los suyos, los españoles de turno. Eso está bien. Pienso que al revés la actuación de las fuerzas de seguridad habría sido distinta. Supongo, queridos míos, que lo han entendido.

Mi amigo Félix Monreal lo expresaría con más claridad, pero Monreal es un periodista de DIARIO DE NOTICIAS de muchos quilates. La prensa impía y blasfema, hurgando en sus conciencias para que las distintas fuerzas de seguridad se liasen a hostias entre ellos mismos. Está claro que entre las distintas fuerzas de seguridad existe un corporativismo digno de destacar. A pesar de que las fuerzas del orden aparecieron y el desorden quedó establecido. A mí me habría gustado que el pueblo liso y llano se hubiese concentrado ante los Tribunales de Justicia para demostrar su más enérgica protesta ante el Supremo, por condenar por sedición y malversación a los líderes del procés, según destaca DIARIO DE NOTICIAS en la página 19, el día 13 de octubre, el pasado domingo. A mis 86 años no me gusta nada ver los destrozos que está soportando la encantadora ciudad de Barcelona. No puedo más.

Fuera del orden del día. Comentario del sanguinario Hitler con el cristiano Franco. Todo esto por teléfono. “¿Qué hacemos con los republicanos españoles que están aquí detenidos?”. Respuesta de Franco sin ninguna duda: “A esos fusílalos, porque no son españoles”. El cardenal Gomá, el Cardenal Plá y Deniel y el Cardenal Segura intentaron canonizar a Franco en vida. El Papa Pío XII se murió del susto. Franco bajo palio, para que no tengamos ninguna duda.