Hace escasos días pude leer un artículo publicado en un diario regional hablando del consumo de carne. En él se denuncia el coste energético para producir alternativas a la carne, pero se olvida el coste energético, medioambiental, humano y sobre todo animal que supone este consumo, sacrificando más de 70.000 millones de seres que sienten por año, pesca aparte, además del coste sanitario que luego trataremos. Somos omnívoros por costumbre, pero vegetarianos biológicamente hablando. El sector ganadero es el responsable del 51% de todos los gases de efecto invernadero (GEI) FAO, 2017. Por otro lado, del 37% de la producción de metano, siendo 23 veces más perjudicial que el CO2. Asimismo, produce el 64% del amoníaco, convirtiéndose en el principal causante de la lluvia ácida.

Gases aparte, poca gente sabe que más del 70% de los bosques que han desaparecido en el Amazonas se dedican a pastizales, ni que el 20% de toda la biomasa animal terrestre es destinada a la producción de carne y leche. En definitiva, la ganadería utiliza alrededor del 70% de toda la superficie cultivable terrestre.

La ingesta calórica (kcal) de alimentos cárnicos y el correspondiente riesgo de sobrepeso y obesidad es netamente mayor en los países con una renta per cápita más alta. La contaminación es global, no territorial y España está entre los países más consumidores de este producto. Así, el coste sanitario se dispara. Por los 1,8 millones de personas con diabetes o los más de 17.000 casos de cáncer colorrectal de los cuales, 8.200 son defunciones, el coste asciende hasta los 7.400 millones al año, un 13% del total del gasto sanitario por persona.

Negar o no querer ver esta realidad es negar la realidad personal de cada cual.