Venimos del franquismo y nuestras leyes acarrean muchos y preocupantes vestigios de aquellos tenebrosos tiempos. Si examinamos los equivalentes del derecho comparado en las democracias europeas más avanzadas, constataremos que nuestros supuestos de rebelión y sedición tienen penas desmesuradas. En Europa, para esta última culpa es imprescindible la violencia; y la condena, aunque variada, tiene un abanico promedio de 1 a 6 años.

Ya en 2018, el PSOE defendió reformar el delito de rebelión al que ahora -para que la UE no continúe censurándonos y exhibiendo nuestras vergüenzas, fruto de un régimen dictatorial que no supimos abolir- se le suma, como es lógico, el de sedición. Así que no, miembros del Trío de Colón, dejen la bulla y acepten esta necesaria revisión modernizadora, fruto del nada edificante legado de 40 años de dictadura que hemos de desterrar de nuestra legislación -y a ser posible del pensamiento- para alcanzar una auténtica democracia libre de lacras autoritarias.