En Fortunata y Jacinta, el genial Galdós -que falleció hace ahora un siglo- nos contaba cómo el matrimonio mayor dormía en una sola cama, mientras que el joven lo hacía en dos. Detalle aparentemente tan nimio como otros miles que don Benito nos va desgranando en sus amenos escritos, pero que nos permiten ahondar en la relación vital de esos personajes. En la literatura, como en cualquier otro arte, el matiz de precisión en el detalle es el que aporta el nivel transmisor del mensaje. Ahí reside la genialidad de cada autor.En 1863 defendía Proudhón que "la política es una ciencia de demostración, ni más ni menos que la geometría o el álgebra". Es decir, que existen leyes sociales y psicológicas tan exactas y válidas como la ley de la gravedad o las que rigen la química. Lo cual no quita que todavía estemos en pañales en cuanto a encontrarlas. Tal y como estaba la astronomía antes de Galileo, Kepler o Newton.Nuestro Ortega y Gasset nos exhortaba, a todos aquellos de sus lectores habituados a expresar con precisión y claridad conceptos técnicos, a que plasmásemos por escrito también esas vivencias anímicas íntimas que jalonan nuestras vidas pues ello, a la larga, ayudaría a conocer mejor las motivaciones de los comportamientos humanos y avanzarían las ciencias sociales.Ahora con la discusión acerca de la Ley de la Eutanasia se incrementará en las notarías españolas el otorgamiento del, ya clásico, testamento vital (en el que se manifiesta ante el notario la voluntad de morir dignamente sin alargamientos vitales inútiles y la voluntad de donación o no de órganos).Nietzsche, para la publicación del último y más íntimo de sus libros, Mi hermana y yo, estableció la condición de que transcurrieran 50 años desde su fallecimiento. Intentando así no herir innecesariamente los sentimientos de sus familiares. Me atrevo yo a proponer aquí la conveniencia de que, al igual que reciclamos córneas, riñones, hígados, corazones o cadáveres para diseccionar, podamos reciclar también vivencias anímicas, en las que expliquemos sin tapujos nuestras angustias ante las encrucijadas vitales en que nos hemos encontrado a lo largo de nuestras vidas. Bastaría otorgar ante notario un testamento psicológico cerrado cuya apertura se pospusiera en x años, a partir de los cuales pasaría a estar a disposición de las cátedras de Sociología, Psicología y Psiquiatría del país. Bueno? ¡basta de cháchara, duerman solos o acompañados, háganlo a pierna suelta!