Tengo a mi hermano José Ignacio Armendáriz en la cárcel de Herrera de la Mancha (Ciudad Real).Nuestro padre falleció sin verle en los últimos 11 años y mi madre tiene 88 años, una minusvalía del 70% y una dependencia severa. En los últimos 11 años fue una vez a verle y volvió tremendamente cansada y dolorida. Su salud es muy delicada.Pedimos el derecho de una madre a estar cerca de su hijo, presentando el certificado de invalidez y éste fue denegado.Luego está mi hermana con su familia y yo con la mía con dos hijos cada uno. Es estos largos años hemos tenido que conjugar la crianza de nuestros hijos y nuestros padres, así como tres tías de avanzada edad que dependían totalmente de nosotros.Hemos tenido que afrontar esta difícil situación de gran costo personal y económico. Siempre intentando ser positivos con la esperanza de que esto cambie, pero la realidad nos dice que todo sigue igual.José Ignacio Armendáriz Izagirre está a 650 kilómetros de su casa en 1er grado, en situación de aislamiento hace 22 años, con todo tipo de comunicaciones intervenidas.Se le aplicó una sentencia brutal por unos hechos que, comparando con otro tipo de delitos de carácter social, es totalmente desmesurada y fuera de toda lógica.Tiene 25 años íntegros con código nuevo sin ninguna posibilidad de reducción de pena.Creo que ya son tiempos para hacer revisión de penas y adecuarlos a la realidad.No se conceden ni permisos ni cambio de grado, ni la posibilidad de estar cerca de sus familiares, y más en concreto de su madre, que está en una situación de salud muy mermada.Creo que después de 22 años en la cárcel en unas condiciones tan duras, y en la situación que vivimos actualmente, es necesario fortalecer la convivencia.Ya es hora de poner más humanismo en este tipo de situaciones.