Sí, lo que oye. ¡Se casa! Y no sabe usted la ilusión que me hace. Lo oí el otro día en la cola del pan y me dio un subidón que ríete del aprobado general. Pues sí, se lo estaba comentando la madre de la criatura a una amiga. Y, aunque no me gusta ser indiscreto, ya me enteré de cómo va a ir. Parece ser que es un vestido con pedrería y bordados, y es de corte de sirena en gasa semitransparente con una ligera cola de estilo Watteau. Va a estar preciosa. ¡Y cómo disfruté junto a la nupcial conversación! Es que hacía tiempo que no oía hablar de algo normal, algo cotidiano, algo de la vida de a diario. Y por eso me emocionó. Sí, soy un romántico.Cuando disfrutaba del cotilleo, estuve pensando que desde hace más de cuarenta días no oigo una conversación como las de antes. Oigo la radio en el baño por la mañana, veo la tele en el salón mientras desayuno, vuelvo a oír la radio haciendo la comida, veo el telediario de las tres mientras leo el periódico, a la noche repito informativos televisivos y, cuando me acuesto, me acuesto con ella. Con la radio. Pero hace unos días decidí cambiar los informativos por música. ¡No aguanto más! De verdad. ¡Las grandes cadenas han seleccionado a sus mejores espadas para hacer informativos eternos del coronavirus! ¡Cágate! No se habla de otra cosa. Desde mi punto de vista es una política totalmente errónea y aprovechategui, con la que están machacando la poca alegría que tiene la gente de a pie. ¿De verdad que no se puede hablar de espectáculos, de arte, de cocina, de folklore, de historia? ¿De verdad que no se puede hacer monólogos o hablar de experiencias y vivencias de gente normal, de viajes, de cine, de€? Esto, que es insoportable, se ve aderezado con el tono sacerdotal de Pedro Sánchez, el tono de un Casado que cada vez se parece más a Mourinho, el tono educador de Iglesias, el tono oportunista de Arrimadas, el tono incalificable de Vox y las ya expresiones tan familiares como COVID-19, contagiados, mascarillas, ingresados, fallecidos, tests, altas, infectados, desescalada y todos los palabros que ya recitamos de memoria.Pues nada, ahí os dejo. No quiero ni oiros. Me voy con la música a otra parte. Me voy con la boda de la hija de mi vecino, que es mucho más entretenido. Pero no os preocupéis, que si me entero de más detalles os escribiré, porque no nos vamos a quedar con lo de la cola Watteau, la pedrería y el corte de sirena de gasa semitransparente. Hay muchos más detalles. Sí, soy un romántico.