Desgraciadamente, con tanta tecnología se ha perdido la costumbre de escribir cartas a mano. Recuerdo, hace ya muchos años, cuando recogía el correo en casa de mis padres y aparecía una carta de alguna chica que me gustaba por aquel entonces. Sólo con ver la letra con mi nombre escrito en el sobre ya sabía que era de ella. Esas palabras que, según como estaban trazadas, hacían intuir timidez, tristeza, alegría, encanto... Te daban esa pequeñita felicidad, inmensa en esos momentos. Sólo con ver la letra ya sabía que era de ella. Aún las guardo y las veo de vez en cuando. Me hacían sentir a esa persona, y me hacen sentirme por unos segundos como me sentía en aquel entonces. La letra no la escribía la mano, lo hacía el corazón. Aconsejo a todos los jóvenes que prueben y que escriban de puño y letra a las personas a las que quieren. Verán que les depara una agradable sorpresa.