Esta situación de pandemia, con el consiguiente parón industrial, debería llevarnos a cuestionar el actual sistema económico y social.La pandemia actual quizá sea consecuencia de una reacción de la naturaleza del planeta, que nos quiere hacer ver las limitaciones respecto a la invasión y transformación de hábitats, explotación de materias primas y generación de deshechos.A pesar de gozar de unos importantes niveles de consumo y conocimientos, vemos la debilidad de este sistema, la gran dependencia de la economía para el bienestar general, y las limitaciones de éste tanto a nivel de materias primas necesarias como de porcentaje de la población mundial que podría acogerse a él.Es inviable el crecimiento económico como mantra vivencial. Deberíamos tender a un decrecimiento controlado del consumo del primer mundo, a la vez que un aumento de las mínimas condiciones vitales del mal llamado tercer mundo y de aquel excluido materialmente del primero.Guiados por una filosofía ecologista y redistributiva, frenar este modelo inviable y, poco a poco, implementar soluciones viables al bienestar planetario.Es el momento, aprovechando este parón coyuntural, antes de lanzarnos de nuevo al mantra del consumo-producción.Nuestros seres semejantes, la naturaleza y las generaciones futuras nos lo agradeceran.