es invito a que se den un paseo por Pamplona a pie ataviados con un hula hoop de 2 metros de diámetro anclado en la cintura. Esta es la imagen más gráfica que se me ocurre para describir en qué consistirá ahora moverse con distanciamiento social. Es evidente que resulta prácticamente imposible caminar sin quedar atascado en muchas de las calles de esta ciudad, pues sus aceras no alcanzan lo mínimo establecido en la normativa vigente, es decir, 1,80 metros. Nuestro hula hoop va a quedar atascado irremediablemente, incluso caminando en solitario.

Es fácil adivinar por qué no cabemos con nuestra distancia social de seguridad: no hay sitio. Pero no hay sitio porque el espacio público se lleva dedicando desde hace décadas a cumplir las funciones de garaje y circuito automovilístico. Más concretamente se ha calculado que, de media, el 70% del espacio público de las ciudades está dedicado en exclusiva al automóvil. No importa si este espacio ahora mismo puede resultar vital para evitar la propagación de un virus mortal que ha cambiado al mundo en los últimos meses. Sigue perteneciendo al automóvil, o por lo menos, así parece que opinan nuestros gestores municipales.

Varios estudios relacionan la contaminación con la facilidad de supervivencia y proliferación del virus del covid-19. La contaminación es el vehículo perfecto para que el coronavirus nos infecte. La pandemia y su confinamiento asociado nos ha hecho comprobar otro hecho relacionado vital: la contaminación ha bajado drásticamente con la ausencia de automóviles por las calles. Bajadas de un 70% de la contaminación ante caídas en picado del uso de estas máquinas. Queda comprobado que la mayoría de la contaminación de las ciudades se produce por el uso/abuso de los automóviles. Y esa contaminación mata, más que el covid-19. Primer motivo para cambiar el modo de moverse.

Por otro lado, Pamplona siempre ha sido una ciudad muy motorizada, con porcentajes de uso del vehículo privado del orden de 10-15 puntos por encima de las ciudades del entorno y con un uso de la bicicleta prácticamente residual hasta no hace mucho tiempo. La consecuencia de esta manera de moverse por la ciudad es que Pamplona es una ciudad con el doble de atropellos que ciudades de población y extensión similares. Unos negros datos que nos dan el segundo gran motivo para cambiar el modo de moverse.

Ante esta situación, el Ayuntamiento de Pamplona, en plena pandemia y estado de alarma, y lejos de seguir la estela de ciudades en todo el mundo, ha cogido su propio camino, una vez más opuesto a lo que hacen las ciudades avanzadas en movilidad. Lejos de aprovechar la caída brutal del tráfico para recuperar espacios para peatones y ciclistas, ha reabierto calles al tráfico, calles restringidas desde hace tiempo y ha recuperado la zona azul en cuanto ha sido posible. Medidas todas ellas encaminadas a que el uso del coche en ciudad no se vea impedido o dificultado de manera alguna.

Resulta preocupante la poca capacidad de anticipación de Pamplona a la hora de prever más espacio para el distanciamiento social en las primeras fases de desescalada, incapaz siquiera de cortar ni una sola calle a un tráfico mínimo para que las personas se pudieran distanciar con seguridad, mientras decenas morían en los hospitales por el dichoso virus. Incapaces de habilitar carriles bici express para facilitar la movilidad en bicicleta, recomendada por todos los estamentos oficiales, DGT, OMS y autoridades sanitarias como el método de transporte ideal para combatir al covid-19. Poca consideración del Ayuntamiento para con la salud de sus propios ciudadanos.

Mientras tanto, en el resto del mundo, fomento del uso de la bicicleta incluso con subvención económica y fuertes inversiones, cientos de kilómetros de carriles bici, cortes de calles y peatonalizaciones rápidas, siempre utilizando como nuevos espacios aquellos cedidos durante años al coche. También en Navarra, Ansoáin o Villava son testigos pequeños de grandes gestos.

Está claro que Pamplona ha fracasado en la gestión de la movilidad covid y postcovid, por pura falta de ideas y por interés en perpetuar un modelo de movilidad y transporte incompatible con las necesidades actuales de distanciamiento, seguridad y bienestar y con el futuro del planeta. Han vuelto los atascos, los humos, los atropellos y los accidentes. Pronto lo harán los muertos atropellados. No han aprendido nada y pagaremos las consecuencias. Marca Pamplona en estado puro.

El autor es policía municipal especializado en movilidad en bicicleta, miembro del Observatorio de la Bicicleta de Pamplona y responsable de SabesDondeCiclas.com