La muerte en los últimos meses está representada por esta dolorosa pandemia que nos ha pillado a todos de improviso. El recuerdo a los enfermos y fallecidos por el virus está -como es natural- presente constantemente en nuestras conversaciones y en los medios de comunicación. A su lado, conviven también otras enfermedades, en ocasiones mortales, que no por conocidas dejan de ser igualmente dolorosas, provocando en quienes están cerca un gran vacío y mucha tristeza.Nuestra hermana murió el pasado 12 de junio. En silencio, sin estridencias, sin quejas, sin formar parte de ninguna estadística actual, al margen de las que el cáncer conforma -por desgracia todavía- la lista de muertos, gran parte de ellos mujeres.Ha sido una luchadora desde el silencio, defensora de su familia, confiada siempre en la medicina, muy bien cuidada por quienes le atendieron e hicieron todo, hasta donde se pudo, por prolongar su vida.Desde aquí quiero pedir que la existencia de esta enfermedad no se olvide, que los fondos para la investigación en la lucha contra el cáncer se incrementen, que se ayude con recursos humanos y materiales a asociaciones y entidades, que se promocione a jóvenes investigadores.Para que el cáncer sea, en algún momento, una enfermedad del pasado.