Presuntamente el Gobierno de Rajoy, con dinero de todos y sirviéndose del aparato del Estado para beneficio propio, zancadilleaba a la justicia y a la oposición. Este modo "miserable" y depravado de instrumentalizar el poder para perpetuarse a toda costa, destapa una trama de intereses espurios en el Partido Popular.Indiciariamente, a la corrupción y saqueo de las arcas del Estado se suma ahora una mafia orquestada desde la cúpula del PP para ocultar y destruir pruebas de corrupción que le perjudicaran y para elaborar otras falsas que pusieran en aprietos a la oposición. El hedor es tan nauseabundo que en Génova se plantean la mudanza. Y no porque el tufo les incomode, sino porque les desagrada que los hayan pillado.Es lo peor: que los delincuentes sean delincuentes, pase; pero que quien es garante de la ley se dedique a vulnerarla€ Perentoriamente debe suspenderse de empleo y sueldo a los funcionarios conocedores de la maquinación hasta que haya sentencia. O se acaba ipso facto con los comportamientos mafiosos, o la mafia acabará con la democracia. Lo acaecido desuela el alma al tiempo que demuele los cimientos del Estado de derecho.Lo sucedido, aunque Casado -en la ejecutiva cuando los hechos acontecían-, como Rajoy, calle, eche balones fuera o se niegue a condenar, es actualidad, no es pasado; porque el pasado, como decía Faulkner, jamás se muere y ni siquiera es pasado.