Da la impresión de que la campana ha salvado del caos a este humanoide que los soberbios súbditos de Her Majesty eligieron para liderar el plan para abandonar la plebeya UE. Resulta suicida jugar sin cartas, sobre todo si se va sobrado y ha entrado en modo de shock visto el dantesco espectáculo de la invasión de camiones en Dover. Dicen que vale más una imagen que mil palabras y cabría imaginar el espectáculo el 1 de enero si abandonan la UE con un brexit abrupto. Estaba claro que iba de farol y solo podía rezar, sobre todo cuando la soberbia de la Rubia Albion veía ya las orejas al lobo, se amotinara y arrojara al Channel a los políticos que no han sido capaces de revertir el torpe referéndum abandonando definitivamente la UE. El progresismo era partidario del remain, no solo porque era la única opción racional si se compara con el brexit de los victorianos, mayores sin cultura e ingenuos que sueñan todavía con las glorias imperiales y creen que Europa no puede subsistir sin su tutela. Es que constituye el reverso de la otra dinámica y moderna instalada en Londres y su entorno que considera que en el brexit todo antiguo y finalmente tendrán que suplicar la vuelta a la UE, aunque en condiciones más onerosas y el Thames se haya convertido en afluente del Sena o el Spree y perderá su actual status de capital de Europa. Históricamente Inglaterra no aceptó el liderazgo de Alemania, Francia e Italia en la UE y presionó para lograr el status de fundador, cuando De Gaulle, Adenauer, Schuman, De Gasperi fueron reticentes a su entrada. Bo Jo ahora es el apóstol del inútil y caduco imperio y desprecia lo que requiere una sociedad moderna, que es participar desde dentro en colectivos dinámicos universales. Le engañó Trump con sus fake news y ahora ambos se han quedado colgados de la brocha y sin escalera. Que Boris vaya preparándose para el referéndum con Escocia; que sepa que Gales exige lo suyo y que destino inexorable del Ulster es la unificación con la República.