Algunos como yo nacimos al final del franquismo. No autorizaban nombres y fuimos bautizados con otro. Eran tiempos de cambios y de lucha. La muerte del caudillo nos hizo creer en una transición y monarquía impuesta por el régimen. Quien tuvo que reinar fue apartado por Franco, quien nombró a Juan Carlos a dedo. Ello provocó enemistad entre padre e hijo. Don Juan se sintió traicionado y ninguneado por su hijo. El 23-F nos hicieron ver que Juan Carlos salvo el país. Creo que fue un montaje. Ese día los teléfonos sonaban en las casas. Recuerdo a mi abuela corriendo al teléfono. Parecía Cuéntame. Somos hijos de la Transición educados por padres y abuelos. Criados en plazas llenas de suciedad y en patios del cole. Donde había cines por 50 pesetas y cinco duros duraban toda la tarde. Jugabas al bote bote, al cuatro esquinas, polis y cacos, veo veo, indios y vaqueros. Ahora pocos niños lo hacen. Están con sus móviles, tablets, mientras sus padres los ignoran.Es triste que, tras el reinado de Juan Carlos, salga todo lo gastado por él y no sea juzgado como cualquier ciudadano del país. Que se pongan trabas a quien pretende juzgarle es lamentable. Por mucho que Felipe se empeñe, su padre pasará a la historia como un tipo que se aprovechó del país.Ahora toca pagar el internado de la infanta en el extranjero más sus tres carreras militares. ¿Monarquía sí o monarquía no?