La violencia en democracia siempre es condenable, pero no hay que decirlo constantemente. Vamos con datos. España por su herencia franquista tiene taras. Una de ellas es la libertad de expresión. Según Freemuse, organización asesora de Naciones Unidas, nuestro país es líder mundial -datos de 2019- de artistas procesados y encarcelados, por delante de Irán o Rusia. Evidentemente, en otros países se lo piensan antes de abrir la boca.Aquí, a pesar de la violencia, y para agrandar nuestra democracia que siempre es deseable, debemos reformar el código penal y suprimir la cárcel de los delitos de opinión, por mucho que las expresiones vertidas sean soeces y/o deplorables.Mientras, la derecha, como siempre, aprovecha la violencia de los descerebrados -que contaminan una reivindicación esencial- para distorsionar, embarrar y tapar una reforma ineludible y tachar, a todos los que pretendemos mejorar la democracia para que España deje de ser primicia internacional, de cómplices de la violencia.