Hace un año tomaba mi último té con vosotros/as, la arena acariciaba mis pies, la luna creciente alumbraba el cielo y miles de estrellas brillaban en él. Y yo me iba con el corazón lleno de amor, pero roto a la vez, con la esperanza y la ilusión de poder volver pronto. Un año en el que nuestras vidas han cambiado. Cuánto nos quejábamos los primeros meses confinados/as, cuando vosotros/as lleváis así más de 45 años en los campamentos de refugiados/as de Tinduf, Argelia. Luego tuvimos que aprender a vivir sin poder ir a las casas de nuestras familias y amigos/as y vosotros/as prácticamente lleváis así una vida sin poder abrazar a los vuestros/as, porque cuando comenzó la primera guerra se quedaron en vuestra tierra. Después llegaron los cierres perimetrales, pero el vuestro empezó allá por el año 1980 con la construcción por parte de Marruecos del muro de la vergüenza con 2.720 kilómetros para dividir el Sáhara Occidental y separar a las familias lleno de minas antipersonas, prohibidas por acuerdos internacionales, donde muchos/as saharauis han perdido la vida o han sido mutilados/as. Y en noviembre, cuando aquí parecía que hacíamos frente a la segunda ola de coronavirus, vosotros/as tuvisteis que coger de nuevo las armas. Os enfrentábais a una segunda guerra de la que aquí poco o nada se oye. Porque el Estado español tiene mucho que callar después de abandonaros a vuestra suerte y aún a día de hoy, siendo la potencia administradora de vuestras tierras. Y qué decir del Sahara ocupado donde Marruecos, España, Francia y EEUU, entre otros países, saquean ilegalmente vuestros recursos naturales, las minas de fosfatos más grandes del mundo, además de una enorme zona pesquera, reservas de petróleo, gas, hierro, cobre, uranio, arena, agricultura, energía eólica y solar, entre otros, violando numerosas leyes internacionales con la complicidad de la comunidad internacional. De hecho, estos días se ha celebrado en el tribunal Europeo la vista oral en contra de los acuerdos de pesca entre la Unión Europea y Marruecos. Por no hablar de la violación sistemática de derechos humanos por parte de Marruecos, violaciones, torturas, desapariciones, asesinatos, arrestos domiciliarios, aislamientos, encarcelamientos que sufren los/as saharauis que viven allí. Solo unos pocos ejemplos: Mohamed Lamin Haddi, periodista y preso político desde hace 10 años, los últimos 3 en aislamiento, más de 50 días en huelga de hambre sin que a su familia, que lleva días en la puerta de la cárcel, le dejen verlo. Allí su madre y hermanos fueron detenidos durante unas horas por grabar un vídeo denunciando su desesperación. Sultana Khaya, activista saharaui que en 2007 ya perdió un ojo tras una agresión policial, a día de hoy lleva más de 100 días en arresto domiciliario durante los que ella y su familia han sufrido varias agresiones por parte de policías y militares marroquíes, la última lanzándole bolsas con ácido a la cara que le provocándole problemas en su ojo postizo. Mohamed Salem Ayyad Ali Al Fahim desapareció el 15 de enero. Su familia preguntó en hospitales y en la policía, sin recibir noticias. Después de 22 días lo encontraron en el depósito de cadáveres de un hospital de El Aaiún, en estado de descomposición.Aquí ya han empezado a poner vacunas y esperemos que pronto vuelva todo a la normalidad, que pronto podamos abrazarnos, volver a ir a casa de nuestras familias, salir de Nafarroa… Pero, ¿vosotros/as? Vosotros/as seguiréis luchando por ¡vuestra libertad! Y yo espero acompañaros en ese camino hasta que podamos tomar té en un Sahara libre.Shukran, Maria, por haberme llevado contigo, por presentarme al pueblo saharaui, por abrirme los ojos. Ahora vuestra lucha es mi lucha.