Más de 60 años vivieron en San Pedro 26, 1-izquierda, Francisco Arbilla y Pepita Izurdiaga, mis abuelos. Más de 60 años pagando y esperando que el Ayuntamiento de Pamplona, del que mi abuelo fue trabajador incansable y al que consideraba parte de su vida, le permitiera comprar ese hogar, donde con mucho esfuerzo habían formado una gran familia. Pero no pudo ser. A cambio, su Ayuntamiento les abandonó en sus últimos años de vida, permitiendo que se llenara de okupas que realquilaban los pisos, de trapicheos de drogas, de broncas.. Y dejando que el barrio por el que tanto habían luchado, se hundiera. Y sufrió, sufrió mucho€ viendo el deterioro de su casa, de su barrio, pero sobre todo el de su mujer, mi abuela, enferma de alzhéimer. Y nunca dijo nada contra nada ni nadie. Y allí, en San Pedro 26, murieron los dos, rodeados de su gran familia, 6 hijos, 15 nietos y varios biznietos. Y en esas paredes, ahora rehabilitadas, noticia de estos días, está la historia de la familia Arbilla Izurdiaga, mi familia. (Y en ella también hay miembros con difícil acceso a una vivienda). En ellas queda amor, mucho amor, y el gran ejemplo de vida que dejaron mis abuelos. Deseo que quien tenga el honor de vivir en ese pequeño gran piso sea feliz, muy feliz, y reciba todo lo bueno que quedó en San Pedro 26, 1-Izqda.