l rey español Felipe II mandó construir la Ciudadela de Pamplona en el siglo XVI. Tenía una planta con forma de estrella de cinco puntas. Cada punta posibilitaba el control de los ataques que podían venir de cualquier dirección. El objetivo de la construcción militar era castigar a la ciudad, controlar a la población y mitigar su apoyo hacia Juan de Albret. En esa construcción va a llevar a cabo Sare una manifestación el 3 de julio.

La política de dispersión puesta en marcha en mil novecientos ochenta y ocho tenía como objetivo castigar a los presos y a las presas, establecer un control sobre ellas y ellos y mitigar su apego hacia Euskal Herria. Han muerto treinta y cinco presos en la cárcel; el último, Igor González. Y, encerrándolos en fortalezas lejanas, impusieron un castigo añadido también a sus familiares: miles de kilómetros en las carreteras, cansancio físico y mental, gran coste económico y muerte. Hasta la fecha, Natividad Junco es el último nombre de una larga lista de dieciséis personas.

Utilizaron la ley para negar derechos; se valieron de la interpretación más cruel de la ley para poner en marcha y aplicar una política penitenciaria inhumana.

Las fuerzas franquistas, después del golpe de estado del treinta y seis, también hicieron el uso más cruel de la Ciudadela de Pamplona, donde fusilaron a cientos de personas en la puerta del Socorro.

La dispersión de presas y presos está cambiando. Hemos necesitado para ello más de tres décadas. Esta nueva situación es el fruto del esfuerzo de muchas personas: ciudadanas y ciudadanos, partidos políticos, sindicatos, innumerables agentes sociales e instituciones de Euskal Herria, así como, evidentemente, el Colectivo de Presas y Presos Políticos Vascos y muchas víctimas.

Aun así, todavía no hemos conseguido que se respete el derecho de las presas y de los presos a cumplir la condena cerca de su domicilio. Queremos dejar atrás los tiempos en los que la ley se utilizaba como instrumento de vulneración de derechos. Dejar atrás, porque queremos avanzar, pero avanzar ¿hasta dónde? Hasta que las presas y los presos estén en casa. En primer lugar, quienes tienen más de 70 años, quienes cumplen condenas impuestas bajo la legislación de excepción (7/2003 y 7/2004), quienes padecen alguna enfermedad..., queremos que todas y todos empiecen a recorrer el camino a casa.

En 1808, el general francés D'Armagnac consiguió superar la defensa de la Ciudadela. Los soldados a su mando se acercaron simulando jugar con los copos de nieve, para pillar desprevenidos a los vigilantes de la Ciudadela. Supieron aprovechar el temporal de nieve.

Nosotras y nosotros también tenemos que aprovechar el temporal para echar abajo la fortaleza de la política penitenciaria. Porque puede que las condiciones políticas de hoy sean diferentes, mañana. Con el paso de los años, ha cambiado, han hecho cambiar el uso de la Ciudadela. De ser un espacio de represión, venganza y muerte, ha pasado a ser un bello paraje donde disfrutar de actos culturales.

Si queréis recorrer el camino que va de las políticas de recintos fortificados y murallas a la política penitenciaria basada en la humanidad y en la convivencia, si queréis poner a las presas y a los presos en el camino de vuelta a casa, os invitamos a participar en la manifestación del 3 de julio.

*Los autores son portavoces de la Red Ciudadana Sare Nafarroa

Todavía no hemos conseguido que se respete el derecho de las presas y los presos a cumplir la condena cerca de su domicilio