Tengo un amigo que dice que en las encuestas realizadas en España debería cambiarse la opción "No sabe / No contesta", por aquella de "No sabe, pero contesta". Es evidente que existe una atávica predisposición patria a pronunciarnos sobre aspectos de los que en realidad no sabemos gran cosa; se ha popularizado el término cuñadismo para referirse al fenómeno.Si en el hombre de a pie puede resultar incluso simpático, el cuñadismo gira hacia lo preocupante cuando afecta a supuestos generadores de opinión, en su mayoría tertulianos de ciertos espacios televisivos, cuyos pareceres tienen gran difusión y son tenidos por el común de los espectadores por contrastados y relevantes dado el pasado prestigio de estos formatos. En este contexto, la pasada semana pude ver con estupefacción a uno de estos sabios todoterreno opinar -empleando una terminología dudosa y en no más de dos minutos por intervención- sobre la evolución futura del volcán canario (geología-vulcanología); sobre las medidas a adoptar de cara a acelerar el fin de la pandemia (medicina-epidemiología); sobre la posibilidad de inocular una tercera dosis de la vacuna (medicina-inmunología); sobre estrategias encaminadas a normalizar la tarifa eléctrica (economía-mercado eléctrico); sobre cómo encarar la nueva relación de Occidente con Afganistán (geopolítica y relaciones diplomáticas); sobre la mesa de diálogo para Cataluña (política-gestión territorial y relaciones institucionales) y sobre la lucha interna del PP de Madrid (política-organización interna de partidos). Lógicamente se pretendía experto en todas y cada una de estas cuestiones, no dejando reproche sin réplica (por cierto, en un castellano alarmantemente incorrecto y pobre). Todo lo hizo sin quitarle ojo a su tablet ni soltar el móvil. Imagino que si se hubiese quedado sin conexión wifi habría hablado del tiempo, como hacemos todos en el ascensor.
- Multimedia
- Servicios
- Participación
