Son de tambores. Tambores de guerra. La batalla ha comenzado. Una batalla desigual. De un lado, los chopos: elegantes, imponentes, observan impasibles como uno a uno van cayendo sus compañeros. Del otro lado, las motosierras: voraces, insensibles, acaban sin mostrar ni un ápice de compasión con la resistencia pacífica de los árboles. Ante la mirada impotente de los vecinos del barrio, la chopera se va reduciendo. La masacre es imparable.Desde hoy, el paisaje de Mendillorri ha cambiado para siempre. Y lo hace a peor. La masa arbolada que daba cobijo a urracas, gorriones, petirrojos, o mirlos, así como a multitud de insectos, ha desaparecido. Los chopos que nos acompañaban al caminar, convirtiendo los paseos en una experiencia de lo más agradable ya no están. Los árboles que nos han estado observando y cuidando desde nuestra infancia han sido derrotados. Es un día triste para el barrio. Una nueva victoria de un modelo que potencia e incluso impone el uso exclusivo del vehículo privado. Un nuevo carril para el tráfico a coste de eliminar una chopera de más de 25 años. Una nueva derrota de las alternativas, más justas social y medioambientalmente, que buscan mejorar la calidad de vida de los vecinos. Otra oportunidad perdida. Es impresionante lo rápido que se puede derribar aquello que tarda tanto tiempo en desarrollarse. El eco de las máquinas refleja el final de la batalla. La contienda no dura demasiado. Tras unas horas, lo último que se oye es el quejido seco del último árbol que resistía en pie. Después, el silencio de los derrotados.