Ambos países han roto relaciones que se materializan en el corte del suministro de gas argelino a España y Portugal a través del gaseoducto Hassi RMehi a través de Marruecos. Se origina el conflicto porque a la muerte de Franco en 1975 Marruecos, invadió el Sahara ante la huida del ejército español del Sahara acosado por la Marcha Verde marroquí, incumpliendo sus responsabilidades como potencia colonizadora de convocar un referéndum de autodeterminación del pueblo sahaurí propietario del territorio por mandato de la ONU. Una vez más, España ignora sus compromisos internacionales y pagará las consecuencias al estar amenazado el suministro de gas desde Argelia que es un producto estratégico. Las relaciones históricas de España con el Magreb han sido las de una potencia oportunista incumplidora y falta de personalidad respecto a la colonia. Se ha caracterizado por su crueldad y afán de explotar los recursos del Sahara desarrollando una política de tierra quemada como lo acreditan las aventuras del Rif, Ifni, el Desastre de Annual, Monte Arruit, el Barranco del Lobo y otras batallas a las que se enviaban tropas a morir, sin preparación ni armamento. Por ello, las relaciones entre Marruecos y España siempre han sido y son tortuosas y actualmente serviles por parte de España porque existen importantes intereses económicos y políticos para cumplir con las exigencias de descolonización de la ONU. Ha mantenido una actitud ambigua, porque Marruecos chantajea a España con Melilla y Ceuta, sobre las que ejerce una presión calculada para obligar a mantenerle en permanente inquietud. Pero la necesidad de asegurarse el suministro de gas desde Argelia le obliga a un doble juego con ambos países del Magreb cuyas relaciones mutuas ahora inexistentes, pero de las que depende estratégicamente. Son las consecuencias de carecer de una diplomacia inteligente, más allá de querer contentar a ambos que son enemigos, con los que no vale la política del cinismo como hasta ahora.